"When the world is ruled by violence
and the soul of mankind fades,
the children's path shall be darkened
by the shadows of the neon maniacs".
Con este prefacio, lo lógico es pensar una película oscura y relativamente seria, pero nada más lejos de la realidad. Se podría hablar de la horrorosa dirección de actores, del poco gore que tiene, de un maquillaje gracioso, pero todo acaba y empieza en lo absurdo de la trama.
La inconfundible silueta del Golden Gate nos alerta de que la película está ambientada en la Bahía de San Francisco (Al igual que The Room y que Birdemic, ¿Casualidad? ¡Ninguna!).
El argumento no tiene ninguna explicación. Y cuando digo ninguna es ninguna. ¿De dónde vienen los Neon Maniacs? ¿Por qué razón matan? ¿Cómo encuentran a sus objetivos? ¿Por qué viven debajo del Golden Gate de San Francisco? ¿Por qué tienen el agua como punto débil? ¿Cómo es posible que un policía se entretenga tanto viendo unos pájaros muertos en un parque para que se le haga de noche? ¿Por qué el metro de San Francisco está vacío? ¿Por qué? ¿Por qué una mujer de veintitantos parece interpretar a una niña de 12 años? ¿POR QUÉ?
Parafraseando a Slayer: It's raining blood, hallelujah, it's raining blood!
Los villanos son muy similares a los cenobitas de Hellraiser (en concreto a Chatterer y a Butterball). Hay que reseñar, sin embargo, que la película es un año anterior al estreno de Hellraiser (1987) y es del mismo año que The Hellbound Heart, la novela corta en la que está basada la película de Clive Barker, así que tenemos que reconocer que no es una copia directa, sino que más bien parece un prólogo chusco para la estética de Hellraiser (1987) y de Nightbreed (1990). Pero para que no quede ninguna duda: provocan más risas que pavor. Eso sí, en vez de cuatro son una heterogénea banda de doce "apóstoles", incluyendo un maníaco simiesco, un samurai, un ahorcador, un cirujano maníaco, un ballestero, un loco con un hacha, un indio, un dinosaurio cíclope, etc, etc, etc...
Todos los maníacos en una imagen.
En definitiva, los responsables de esta película son acérrimos seguidores de la máxima: "El guión y el argumento son para débiles". Es mala como un dolor de muelas pero entretiene, y, vista a través del prisma del tiempo, no deja de ser un tronchante arquetipo de lo que fue una época, los ochenta, para el género de terror. Cine estúpido para disfrutar sin prejuicios (aunque es mucho más fácil con un par de lobotomías encima) en el que se destaca como curiosidad uno de los primeros papeles de la carrera de Andrew Divoff (villano principal en las 2 primeras películas de la saga Wishmaster y Mikhail Bakunin en Perdidos) como uno de los maníacos. Y para rematar la faena, una batalla de bandas musicales con hair metal y baladas moñas en liza y un final bien flojo que deja abierto todo a una secuela que (¡SORPRESA!) jamás llegó a ser filmada. Si te gustan las películas malas, aquí hay donde rascar.
La Era del Hombre ha pasado, La Era del Hair Metal ha llegado.
Por si queréis adquirir la versión en DVD de Neon Maniacs, sabed mis amigos que anda por alrededor de los cuarenta y pico dólares. This is cult!
Fichas de la película:
Propongo que Maniac Cop, del 88, es un spinoff ripoffeado del policía maníaco de Neon Maniacs. TODO ENCAJA. TRABALENGUAH.
ResponderEliminarA mí lo que me encanta es que sean alérgicos al agua líquida... en San Francisco. Ya sabes, con la niebla de advección pá' arriba y pá' abajo todos los días.
ResponderEliminarQuizá simplemente no sean amantes del chorrazo en toda la boca pero sí tolerantes a aerosoles o goticulitas.
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